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¿Por qué cada vez leemos y escribimos menos?

La historia a la que me voy a remontar echa raíces en sólo hace treinta años. No se supone que en tan poco tiempo nuestra civilización haya cosechado hitos radicales, como la solución a la pobreza y a las hambrunas. No lo ha hecho. Pero ha habido un campo, en el que nuestra percepción del mundo es más maleable que un trozo de plastilina, y esto nos debe importar más que a nada.


Porque nuestra percepción es la puerta a la asimilación de nuestra realidad. En primer lugar, el más convulso de los cambios lo encontramos en el con QUÉ se informan los ciudadanos, cuál es su dieta informativa. Atrás, haciendo polvo y suciedad quedan los viejos periódicos, los que ya nadie consulta. De pronto, un aparato vibra en las manos de una octagenaria: la invitan a una misa por la que tiene que abonar un dinero para acudir.

¿Cómo ha logrado un pastor evangélico invadir la paz de mi abuela, para pedirle dinero para ir a una misa? Esta es una prueba del cambio de paradigma de circuncida al anquilosado régimen de la prensa tradicional. Se trata de un feudo que se les ha escapado, y lo comprendo, demasiadas pérdidas ha sufrido la prensa tradicional en este lapso de tiempo; comprada por empresarios que se pasan el código deontológico por donde quepa.

Al final nos volvemos muy crédulos, demasiado suspicaces, irreductiblemente conspiranoicos, ya que es tanta la información que tomamos por cierta una vez, que ya nos dejamos meter cualquier gol.

Los especialistas en redes sociales gorgojean por casos de mujeres atletas que parecen hombres, mientras a pocos kilómetros de la deportista son asesinados y mutilados niños durante la noche y el día. Se trata de que la gente mire a donde tiene que mirar, cuando tienen qué mirar y qué interpretar.

Es un regalo que podamos disponer de información al instante en nuestro dispositivo, pero, entre las prisas, muchas de esas informaciones no son falsas. O lo son, a sabiendas de que son falsas.

Es por ello que, la desinformación, uno de los grandes males de la sociedad contemporánea, no sólo nos aleja del ideal de una sociedad realmente democrática. Sino que, despierta voluntades peligrosas y violentas como el racismo y la xenofobia.

Comprobar los hechos, noticia por noticia, puede parecer un acto cansado, al que tendremos poco tiempo para dedicar entre nuestras anodinas vidas de trabajo y descanos

Afortunadamente, hay herramientas que facilitan la tarea como maldita.es, entre otras. Las cuales te ayudan a encontrar qué es lo que hay de cierto en cada información. Por lo que no olvides que, cada medio barre para sus intereses, y que poner la lupa en ellos es necesario si tienes la pretensión de llegar al final de lo que te interesa

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